Cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea, y con tal que él quede de alcalde, o le mortifique al rival que le quitó la novia, o le crezcan en la alcancía los ahorros, ya da por bueno el orden universal, sin saber de los gigantes que llevan siete leguas en las botas y le pueden poner la bota encima, ni de la pelea de los cometas en el Cielo, que van por el aire dormidos engullendo mundos. Lo que quede de aldea en América ha de despertar. Estos tiempos no son para acostarse con el pañuelo en la cabeza, sino con las armas en la almohada, como los varones de Juan de Castellanos: las armas del juicio, que vencen a las otras. Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra (...)
Ni ¿en qué patria puede tener un hombre más orgullo que en nuestras repúblicas dolorosas de América, levantadas entre las masas mudas de indios, al ruido de pelea del libro con el cirial, sobre los brazos sangrientos de un centenar de apóstoles? De factores tan descompuestos, jamás, en menos tiempo histórico, se han creado naciones tan adelantadas y compactas. Cree el soberbio que la tierra fue hecha para servirle de pedestal, porque tiene la pluma fácil o la palabra de colores, y acusa de incapaz e irremediable a su república nativa (...)
La incapacidad no está en el país naciente, que pide formas que se le acomoden y grandeza útil, sino en los que quieren regir pueblos originales, de composición singular y violenta, con leyes heredadas de cuatro siglos de práctica libre en los Estados Unidos, de diecinueve siglos de monarquía en Francia. Con un decreto de Hamilton no se le para la pechada al potro del llanero. Con una frase de Sieyès no se desestanca la sangre cuajada de la raza india (...)
La universidad europea ha de ceder a la universidad americana. La historia de América, de los incas acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe la de los arcontes de Grecia. Nuestra Grecia es preferible a la Grecia que no es nuestra. Nos es más necesaria. Los políticos nacionales han de reemplazar a los políticos exóticos. Injértese en nuestras repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas. Y calle el pedante vencido; que no hay patria en que pueda tener el hombre más orgullo que en nuestras dolorosas repúblicas americanas (...)
Nuestra América
Martí produjo un verso que lleva su marca inconfundible: simple y sobrentendido en su limpia superficie, popular y hasta barroco en su entraña.
Su carrera como poeta se vio cortada por la política. Proclamado jefe del Partido Revolucionario Cubano en 1892, habría de morir en uno de los primeros combates, en Dos Ríos, en 1895. Su muerte heroica lo convirtió en mártir y emblema nacional.
José Julián Martí y Pérez (La Habana, Cuba, 28 de enero de 1853 – Dos Ríos, Cuba, 19 de mayo de 1895), también conocido por los cubanos como El Apóstol, fue un político, pensador, periodista, filósofo, poeta y masón cubano, creador del Partido Revolucionario Cubano y organizador de la Guerra del 95 o Guerra Necesaria. Su movimiento literario fue el modernismo.
UNA MUESTRA DE SU POEMARIO
desde VERSOS LIBRES
Árbol de mi vida
Como un aire que cruza el aire claro,
Siento hacia mí venir tu pensamiento
Y acá en mi corazón hacer su nido.
Ábrese el alma en flor; tiemblan sus ramas
Como los labios frescos de un mancebo
En su primer abrazo a una hermosura;
Cuchichean las hojas; tal parecen
Lenguaraces obreras y envidiosas,
A la doncella de la casa rica
En preparara el tálamo ocupadas.
Ancho es mi corazón, y todo tuyo.
¡Todo lo triste cabe en él, y todo
Cuanto en el mundo llora, y sufre, y muere!
De hojas secas, y polvo, y derruidas
Ramas lo limpio; bruño con cuidado
Cada hoja, y los tallos; de las flores
Los gusanos y el pétalo comido
Separo; oreo el césped en contorno
Y a recibirte, ¡Oh pájaro sin mancha!,
Apresto el corazón enajenado.
Poética
La verdad quiere cetro. El verso mío
Puede, cual paje amable, ir por lujosas
Salas, de aroma vario y luces ricas,
Temblando enamorado en el cortejo
De una ilustre princesa, o gratas nieves
Repartiendo a las damas. De espadines
Sabe mi verso, y de jubón violeta
Y toca rubia, y calza acuclillada.
Sabe de vinos tibios y de amores
Mi verso montaraz; pero el silencio
Del verdadero amor, y la esperanza
De la selva prolífica prefiere:
¡Cuál gusta del canario, cuál del águila!
INVESTIGA a qué se le denomina verso libre. APLICA esta definición a los textos propuestos para ver si se corresponde. ¿A qué motivos puede deberse además, la clasificación de "libre"?
desde VERSOS SENCILLOS
V
si ves un monte de espumas,
es mi verso lo que ves;
mi verso es un monte, y es
un abanico de plumas.
Mi verso es como un puñal
Que por el puño echa flor;
Mi verso es un surtidor
Que da agua de coral.
Mi verso es de un verde claro
Y de un carmín encendido
Mi verso es un ciervo herido
Que en el monte busca amparo.
Mi verso al valiente agrada;
Mi verso, breve y sincero,
Es el vigor del acero
Con que se funde la espada.
XIX
Por tus ojos encendidos
Y lo mal puesto de un broche,
Pensé que estuviste anoche
Jugando a juegos prohibidos.
Te odié por vil y alevosa:
Te odié con odio de muerte;
Náusea me daba de verte
Tan villana y tan hermosa.
Y por la esquela que vi
Sin saber cómo ni cuándo
Sé que estuviste llorando
Toda la noche por mí.
XXIII
Yo quiero salir del mundo
por la puerta natural,
en un carro de hojas verdes
a morir me han de llevar.
No me pongan en lo oscuro
a morir como un traidor.
Yo soy bueno, y como bueno
¡Moriré de cara al sol!
XXXIX
Cultivo una rosa blanca,
en junio como en enero,
para el amigo sincero
que me da su mano franca.
Y para el cruel que me arranca
el corazón con que vivo,
cardo ni ortiga cultivo:
cultivo una rosa blanca.
”La niña de Guatemala”
IX
Quiero, a la sombra de un ala,
Contar este cuento en flor:
La niña de Guatemala,
La que se murió de amor.
Eran de lirios los ramos
Y las orlas de reseda,
Y de jazmín: la enterramos
En una caja de seda.
Ella dio al desmemoriado
Una almohadilla de olor,
Él volvió, volvió casado,
Ela se murió de amor.
Iban cargándola en andas
Obispos y embajadores;
Detrás iba el pueblo en tandas
Todo cargado de flores.
Ella, por volverlo a ver,
Salió a verlo al mirador,
Él volvió con su mujer
Ella se murió de amor.
Como de bronce candente
Al beso de despedida
Era su frente ¡La frente
Que más he amado en mi vida!
Se entró de tarde en el río,
La sacó muerto el doctor;
Dicen que murió de frío,
Yo sé que murió de amor.
Allí, en la bóveda helada,
La pusieron en dos bancos,
Besé su mano afilada,
Besé sus zapatos blancos.
Callado, al oscurecer,
Me llamó el enterrador,
¡Nunca más he vuelto a ver
A la que murió de amor!
LEE LOS POEMAS que se citan desde "VERSOS SENCILLOS". RELACIONA EL TÉRMINO "SENCILLOS a la temática y forma de los textos. REFLEXIONA acerca de los temas que aparecen en los mismos. PRODUCE un esquema breve con todas estas ideas. El mismo puede ser en papel o en formato digital. Te propongo explorar el programa MINDOMO para este fin.
ÓLEO DEL PINTOR HERMANN NORMAN
Martí logró publicar 4 números de la revista La Edad de Oro, la cual comprende cuentos, ensayos y poesías que reflejan su humanismo e idealismo. La universalidad de los valores humanos nos llega a través de un amplio espectro de temas y épocas tratadas.
desde ISMAELILLO
Sobre mi hombro
Ved: sentado lo llevo
Sobre mi hombro;
Oculto va, y visible
Para mí solo.
Él ciñe las sienes
Con su redondo
Brazo, cuando a las fieras
Penas me postro;-
Cuando el cabello hirsuto
Yérguese y hosco,
Cual de intensa tormenta
Símbolo torvo,
Como un beso que vuela
Siento en el tosco
Cráneo: ¡Su mano amansa
El bridón loco!-
Cuando en medio del recio
Camino lóbrego,
Sonrío, y desmayado
Del rayo gozo,
La mano tiendo en busca
De amigo apoyo,-
Es que un beso invisible
Me da el hermoso
Niño que va sentado
Sobre mi hombro.
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